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YCOD NO SE VENDE

Los negocios políticos en Riquer

RIQUEL / El ábaco y los días.

 Francisco León

El «Caso Riquer» se ha convertido de pronto no sólo en un asunto que tiene en vilo a la comarca del Noroeste de Tenerife, sino en un angustioso nudo corredizo alrededor del cuello del flamante alcalde de Icod, Diego Afonso. ¿Quién lo iba a decir? De los dos extremos del nudo tiran ahora los vecinos de la Playa de San Marcos, de una parte, y los trabajadores en paro afectados por el cierre preventivo dictado por el Juzgado de Primera Instancia de Icod, de otra. Nadie daba un duro por los habitantes de la pequeña población costera, y sin embargo han conseguido el milagro: que uno de los mayores y más ocultos atentados ecológicos de Canarias sea llevado a los tribunales después de más de 30 años cebados con la desidia y la connivencia de la Corporación de ese pueblo. Ahora, los obreros perjudicados, sus familiares y —colmo de colmos— sus patrones piden a gritos regresar a sus trabajos: ellos también tienen hijos que alimentar, dicen. Mientras el nudo se va apretando, el actual alcalde de Icod, Diego Afonso, trata de capear el temporal con juegos malabares para mantener las simpatías de las dos fuerzas opuestas. A una, con la promesa de licencias temporales a mansalva. A otra, con la puesta en escena de un referéndum tramposo sobre un futurible Riquer ideal. Un referéndum —habría que llamarlo por su verdadero nombre: consulta popular— sin valor legal y licencias que valen tres perras gordas.
Lo único cierto en todo este asunto es, primero, que los empresarios sin escrúpulos de cinco empresas se han pasado por el forro, durante años y años, la legalidad vigente, dejando tras de sí cientos de quilómetros cuadrados de terreno costero virgen arrasados e irrecuperables, además de miles y miles de toneladas de chatarras y residuos contaminantes. Segundo: que tanto el anterior grupo de gobierno local en Icod —el PSOE—, como el Cabildo Insular, en manos de CC, han mostrado su soberano desprecio hacia esta zona de Tenerife y sus habitantes. No olvidemos que, además de los empresarios aludidos —auténticos asesinos ecológicos— también el ex alcalde de Icod, Juan José Dorta, se halla imputado en esta causa. Que le aproveche. Aunque, ¿qué es una raya más para un tigre?
Para que nadie se lleve a engaño, debemos hacer notar que las víctimas de estos desmanes consentidos y olvidos forzosos son solamente dos: El Riquer, en primer lugar, con su flora endémica, y los canarios en segundo, dentro de los cuales se halla el grupo de trabajadores que fueron contratados por cinco empresas clandestinas radicadas ilegalmente en la zona, y que ahora, por si fuera poco, están siendo usados como escudos humanos por sus empresarios.
Cinco años ha tardado la Justicia en reaccionar desde que en 2004 fuera denunciado este delito; y por cierto que hasta ahora ha sido la única denuncia presentada en más de tres décadas. Ni el PSOE ni CC locales tuvieron los redaños de hacer lo que debían. ¿Pero qué importa la mudez pretérita? Ahora Diego Afonso se pone la peluca blanca y quiere dar lecciones de moral política poniendo en tela de juicio el auto del Juzgado de Icod al prestarse a conceder a estos empresarios destripadores licencias temporales, afirma el edil, para que sean las propias empresas —escuchen el desatino— quienes se desmantelen a sí mismas y ocupen otra zona de Icod que aún no se haya preparada para recibir semejantes monstruos. Me pregunto qué empresario ebrio o mentecato pagará a sus obreros para que reduzcan a ciscos el negocio que les sirve la sopa y los trajes de marca.
Será mejor que el señor Diego Afonso y su cobarde CC local —no hablemos ya de la caterva icodense del PSOE— dejen de soñar. O, lo que es lo mismo, que dejen de soñar que los demás soñamos con pajaritos de colores. Nadie se toma ya en serio a nadie. A estas alturas ¿quién no sabe ya que el propósito del Ayuntamiento de Icod, como todos los que han sido, no es recuperar El Riquel, sino emplearlo para instalar otras formas de lucro o especulación o destrucción?
Tal y como andan las cosas, y con reservas, de quien único se puede esperar valentía, consideración y un trato educado es de la Justicia. ¿Será ella finalmente quien obligue de una vez por todas a cumplir las leyes que ni empresarios ni ayuntamientos ni cabildos quisieron cumplir? Recemos.

Referencia :http://abacofranciscoleon.blogspot.com/2009/08/los-negocios-politicos-en-el-riquer.html

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